domingo, 1 de noviembre de 2009

Proteja y estimule a su bebe

Recordemos que la vida comienza en la panza de mamá.

Allí el bebé se mueve, percibe la luz, escucha el mundo, sueña, juega con su cordón umbilical, toca las paredes de su primer mundo, pareciera que las explora, echa burbujas por la nariz y la boca. Gira la cabeza hacia la persona que lo llama. Percibe mejor la voz grave que la aguda. A la escucha de una fuente sonora musical, se acerca a ella si es clásica y serena, y se retira si es estridente y desapacible como el rock. Flota, casi no siente la ley de gravedad. Escucha la voz de mamá todo el tiempo, sus latidos, su respiración constante, a modo de arrullo. Está comunicado con ella permanentemente. Todo es sonido y movimiento.
                                          
...Y cuando nace, solo, en su cuna: se detuvo el mundo. Ya no se mueve.
La gravedad lo tira hacia abajo.
La panza ya no está, ya no lo contiene, hay el vacío.
Y desde dentro... algo duele: el hambre.
Y desde fuera, algo llega: la leche, la caricia.
El hambre. La espera. La caricia, La leche...
Se inaugura el tiempo. El dentro. El fuera... y entremedio, el espacio.
El mundo partido en dos.
Entonces, ¿cómo le devolvemos esa seguridad de su primera morada? Hay que alimentar tanto su panza, como su piel y sus sentimientos. Recordemos que todo el tiempo de gestación, estuvo frotando (acariciando) su cuerpo en las paredes de la panza de mamá, fue masajeándose con el líquido amniótico.
¿Y cómo se logra esto?
Mamá y bebé junto a papá, tejerán juntos una trama de comunicación durante el primer año de vida, creando una suerte de malla que hará de filtro, sobre la que el niño, en los años siguientes, irá bordando las sucesivas vivencia y significados. Por lo que aprender a tejer una trama lo suficientemente fuerte y enriquecida es responsabilidad de papá y mamá. Y es responsabilidad de los profesionales entendidos en el tema donar estos conocimientos a la comunidad.

Un ambiente rico en estímulos, y organizado especialmente durante las edades tempranas, facilitará la comunicación en correspondencia con el mundo; favorecerá el crecimiento anatómico y funcional del cerebro (que está inmaduro); es garantía para la complejización de los enlaces neuronales y para el desarrollo integral como persona, y para el despliegue de lo que se conoce como desarrollo de las inteligencias múltiples. Investigaciones realizadas por la Fundación Carnegie, de Estados Unidos, dieron a conocer que al año de edad, el niño/a ya ha perdido un tercio del paquete de neuronas que tenía al nacer, y que a los dos años, conserva la mitad del número total de neuronas que poseía desde el nacimiento. De allí la necesidad de dar a conocer el "cómo intervenir de manera adecuada" con los niños, incluso desde la vida intrauterina.

Así, desde la gestación, y en un arduo viaje hacia sí mismo y hacia el mundo, durante los tres primeros años de vida, deberá construir su identidad, ordenarla, enriquecerla, resolver problemáticas planteadas a lo largo de la constitución de los tres primeros y primordiales vínculos que se van entrelazando: 1) de amparo (se genera la confianza básica para la vida), 2) de identidad (aprende a diferenciarse a sí mismo de los otros) y 3) de orden (aprehende las normas fundamentales), en donde quedará plasmado un estilo, un modo de ser, y habitar por fin una segunda morada que le seguirá aportando esa seguridad que necesitamos para vivir: el amor (de mamá, papá, y los otros) para ingresar así al mundo de lo social, el jardín de infantes, la escuela, etc. y alcanzar la alegría, la paz, la plena realización, o mejor dicho autorrealización, la autopoyesis.


El guión de su vida ya queda fraguado desde estos primerísimos años.
Queda científicamente confirmado que la violencia (contrario a la ternura) emocional, genera daños cerebrales irreversibles en el niño. (Danya Glaser, psiquiatra, consultora en niños y adolescentes y directora del Departamento de Psicología Médico del Great Ormond Street Hospital for Children, de Londres). Y agrega que no es suficiente con quererlos, sino valorarlos.

El Instituto de Investigación del Tacto, Touch Reserch Institute, demostró que con sólo acariciar (masajes) tres veces al día durante diez días a un bebé prematuro en incubadora, aumentaba de peso un 47% más rápidamente.
Los estudios llevados a cabo en el Instituto, han demostrado que la caricia es una necesidad básica tan importante como los alimentos, la ropa y la protección de la intemperie. El masaje produce vasodilatación, aumento del transporte de oxígeno a los tejidos, eleva el nivel de endorfinas, sustancia eficaz contra el dolor y el estrés y refuerza el sistema inmunológico sólo por nombrar algunos efectos.


Otra actividad de importancia trascendente para tener en cuenta es el juego. Es a través del juego que:
El niño aprende Del mundo que lo rodea, en un "como si"
libera tensiones
resuelve problemas
interactúa con los otros
hace circular sus propios significados
le permite soportar la realidad y transformarla
enriquece su proceso de hacerse persona
Esto no es azar...

¿Saben ustedes qué sentido tiene el juego del cucú?
¿Y cuando se sorprende ante su mirada en el espejo? ¿Qué significa esto?
Y cuando se empecina en tirar todo por la borda y continuamente, ¿qué está queriendo decir...?
Todo lo que el niño experimente en la acción hasta los tres años: caricias alimento, juguetes, juegos, canciones, gestos, palabras, etc., constituirá los cimientos de su nivel de pensamiento y su subjetividad, su sí mismo.

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